Título original: Braveheart
Año: 1995
País: EE.UU.
Duración: 170 min.
Fecha de estreno en España:29 de septiembre de 1995
Director: Mel Gibson
Guión: Randall Wallace
Música: James Horner
Montaje: Steven Rosenblum
Fotografía: John Toll
Productores: Mel Gibson, Alan Ladd. Jr y Bruce Davey
Compañía: 20th Century Fox/Icon Productions
Intérpretes: Mel Gibson, Sophie Marceau, Patrick McGoohan, Catherine McCormack, James Cosmos, Brendan Gleeson et al.
Ganadora de 5 Oscar: película, director, montaje de sonido, música, maquillaje
El
rey Eduardo I de Inglaterra quiere dominar todo el territorio
británico. Su único obstáculo es el pequeño reino de Escocia, que
se resiste duramente a ser conquistado. Es por ello que, tratando de
hacerse con la región por la vía diplomática, decide ganarse el
favor de las clases altas instaurando normas que favorezcan a la
nobleza frente al campesinado. De este modo, pronto las tierras
escocesas se ven repentinamente invadidas por las milicias inglesas,
las cuales, apoyadas por un gobierno tiránico, maltratan, violan y
rapiñan a los indefensos campesinos. Este es el panorama que
encuentra William Wallace, un joven huérfano escocés que vuelve a
su tierra natal después de muchos años de exilio. Cuando presencia
el asesinato de su esposa a manos de un soldado inglés, Wallace
decide tomar represalias, hasta el punto de convertir lo que en un
principio no pasaba de ser una mera venganza en una causa aún mayor:
la liberación de Escocia del yugo inglés.
Tras"Bailando con lobos" y "Sin perdón", en 1995
vuelve a triunfar en los Óscars un filme con un actor de fama
mundial detrás de las cámaras. "Braveheart" fue la
segunda película dirigida por Mel Gibson, y sin duda alguna, la
mejor de toda su filmografía como realizador.
Cuando
uno se acerca a otros trabajos de Gibson tras las cámaras -como "La
Pasión de Cristo" o "Apocalypto"- se da cuenta
(dejando de lado la patochada de rodar en idiomas desaparecidos hace
milenios) de que el actor-director australiano es un cineasta de gran
talento estético. Eso se aprecia ya en "Braveheart", cuya
factura visual -tanto en lo que respecta a los decorados como a la
fotografía- la convierte en una película de extraordinaria belleza.
Así, las escenas en las que, a través de la espectacular fotografía
de John Toll y la mítica partitura de James Horner, se nos muestran
los hermosos parajes escoceses producen en el espectador un efecto
hipnótico impresionante. Pero no es sólo en estas imágenes donde
se aprecia el enorme talento visual de Gibson, sino también en otras
partes más prosaicas, tales como las batallas o las secuencias que
reflejan conversaciones entre distintos personajes.
Pero
tampoco hay que menospreciar el talento de Gibson como narrador, pues
las tres largas horas de metraje de "Braveheart" no se
hacen pesadas en ningún momento. Esto se debe a una dirección
elegante a la par que intensa, que sabe armonizar a la perfección
secuencias muy íntimas y emotivas con otras más sangrientas y
crudas. En este sentido, son destacables las dos batallas con las que
cuenta la cinta, tan bien rodadas que bien podrían considerarse como
las mejores de toda la historia del cine. En este aspecto, parece que
Gibson casi comete un error al mostrarnos una de ellas prácticamente al inicio del
filme, arriesgándose de esta forma a que el resto de metraje decaiga
en intensidad. Pero no es así y, por fortuna, no sólo nos brinda
una secuencia magistral -y, afortunadamente para el espectador,
interminable- sino que prepara el terreno para lo que vendrá a
continuación, que no es otra cosa que una batalla más grande, más
larga y más épica que la que acabamos de presenciar.
De
este modo fue como "Braveheart" se convirtió en un
auténtico fenómeno mundial. Un ejemplo que otras películas épicas
-como "El Señor de los Anillos", "Troya" o
"300"- han intentado imitar con desigual fortuna. Y es que
"Braveheart" es un filme intenso, violento, potente y
sucio, pero hermoso, elegante, épico y grandioso al mismo tiempo.
Tiene una fuerza impresionante y una ambientación de esas de
quitarse el sombrero. Todo esto, junto con la elegancia y el gusto
estético propios del Gibson realizador, la convierte en una
auténtica maravilla del cine épico de aventuras. Un filme que te
deja con la sensación de haber derrochado adrenalina por un tubo.
Una auténtica experiencia que, si se ve en pantalla grande, es algo
inolvidable.
by Chuparrocas
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