Título original: Slumdog millionaire
Año: 2008
País: EE.UU.
Duración: 115 min.
Fecha de estreno en España: 13 de febrero de 2009
Director: Danny Boyle
Guión: Simon Beaufoy, según la novela "¿Quién quiere ser millonario?" de Vikas Swarup
Música: A. R. Ahrman
Montaje: Chris Dickens
Fotografía: Anthony Dod Mantle
Productor: Christian Colson
Compañía: Pathé/Film 4/Celador Films
Intérpretes: Dev Patel, Freida Pinto, Madhur Mittal, Anil Kapoor, Irrfan Khan, Mia Drake et al.
Ganadora de 8 Oscar: película, director, guión adaptado, montaje, fotografía, música, canción, sonido
Jamal es un muchacho criado en las barriadas de Bombay
que está concursando en la edición india de “¿Quién quiere ser millonario?”
Contra todo pronóstico le está yendo muy bien, demasiado bien para un chaval
analfabeto. Por eso, el día antes de contestar la última pregunta del concurso,
valorada en 50 millones de dólares, es detenido, pues los directivos del
programa creen que está haciendo trampas. En la comisaría, Jamal le cuenta al
comisario la historia de su vida, que encierra las claves de por qué un
chico sin cultura conoce todas las respuestas del concurso.
"Slumdog Millionaire” fue la flamante triunfadora
de los Oscar del año 2009, consiguiendo el mismo número de estatuillas que
"La ley del silencio", "De aquí a la eternidad" o
"Amadeus" (siete), lo cual puede ser considerado como un insulto al
cine y al buen gusto. Pero es que esta película sobre las penurias de unos niños
mendigos indios conmovió de tal manera al público y (incomprensiblemente) a la crítica que rompió la norma no escrita –iniciada a raíz de la polémica que
supusieron los 11 Oscars de “El retorno del rey”- por la cual un largometraje
no puede ganar más de 4 premios en una misma edición. La única razón posible del
éxito de esta cinta la encontramos en el afán de la Academia por
internacionalizarse, por abrir horizontes, con el objeto de neutralizar las
críticas de “americanista” que tan habitualmente se le han hecho desde algunos
sectores de la prensa internacional: los Oscars de “Slumdog Milliones” son un
premio al cine de Bollywood, al sueño americano pero vivido “a la india”.
La película está contada a base de flashbacks y saltos temporales, repartidos
en tres bloques: el pasado lejano, cuando Jamal era un crío; el pasado
inmediato, cuando Jamal participa en el concurso; y el presente, cuando Jamal
declara en la comisaría. El filme va saltando de una historia a otra muy ágilmente,
engarzando las partes de forma precisa y fluida, amenizando la narración. La
fotografía es otro punto fuerte de la cinta: llena de claroscuros pero también luminosa
y muy bella en general, aunque hay ciertos aspectos en ella (como la coloración
de las imágenes o la disposición de los elementos en la escena) que hacen que,
por momentos, la cinta parezca más el anuncio de un coche o un videoclip de
Enrique Iglesias que un largometraje serio. Por lo que respecta a las
interpretaciones, los niños están correctos (tampoco vamos a exigirles el Hamlet de Lawrence Olivier), y entre los adultos el único que destaca es Anil Kapoor, el actor que interpreta al
presentador del concurso y una de las pocas cosas que merecen la pena en “Slumdog
Millionaire”. Genio y figura.
Con respecto al guion tengo que decir que, aunque parte de una idea muy original, el desarrollo de los acontecimientos es poco creíble. No me refiero a los
sucesos que marcan la vida de Jamal (perfectamente verosímiles), sino a los que lo llevan a conocer todas y cada una de las respuestas a las preguntas del concurso.
Como, por ejemplo, que sepa quién es Benjamin Franklin porque un niño ciego y analfabeto como él (¡!) conocía su aspecto; o que sepa que Colt fue el creador del revolver sólo porque su
hermano un día lo apuntó con un arma de ese tipo y pronunció su modelo. Si al
menos hubiera jugado al Trivial, donde hay una pregunta al respecto, sería
comprensible, pero ni esas. Sin embargo, le damos un voto de confianza a Danny
Boyle y nos creemos lo que nos cuenta, pues la vida está llena de casualidades
inesperadas.
Hasta aquí todo bien. El problema llega cuando Jamal crece
y se convierte en adolescente. En esta parte -en la que “Slumdog Millionaire”
alcanza unas cotas de ridiculez difícilmente superables- Jamal conoce el amor y se inicia un pasteloso romance que estropea por completo la
película. Y no porque sea ñoño (que lo es), sino porque está totalmente metido
con calzador: a partir del momento en que Jamal conoce a Latika, a Boyle ya no
le interesa seguir contándonos lo que nos estaba contando hasta entonces (es
decir, cómo es posible que un chaval perfectamente inculto sea capaz de acertar
todo lo que le preguntan), sino que el amor y la juventud triunfen sobre todas
las cosas. Por ello, abandona la verosimilitud narrativa en pos del efectismo
visual. Así, en este tramo de película encontramos algunas escenas que rozan el
mal gusto, como Latika corriendo hacia su enamorado mientras suena la fanfarria
del programa (¡dadme una cuchara para sacarme los ojos, por Dios!), o el baile
completamente gratuito que cierra la película.
Pero el despropósito de los despropósitos en “Slumdog
Millionaire” lo encontramos en la manera en que está desarrollado su desenlace.
A lo largo de casi dos horas, Jamal ha demostrado a todo el país que conoce cosas
tan dispares como que Colt inventó el revólver, que tal músico compuso tal
canción y que tal jugador hizo X carreras jugando al cricket. Sin embargo, la
última pregunta del concurso, la que vale 50 millones de dólares, es algo que
sabría hasta un niño de primaria. Vale que Jamal es analfabeto y en teoría es
lógico pensar que desconoce la respuesta a una pregunta de literatura. Pero si
hasta ahora ha demostrado saber cosas casi imposibles, ¿por qué entonces se le
formula una pregunta como esa? ¿Es que acaso los productores del programa
querían regalarle el dinero? A partir de este momento, el voto de confianza que
le dimos al director y a los guionistas desaparece y todo lo visto hasta
entonces se convierte en basura. Dejamos de creernos lo de Franklin, lo de
Colt, lo del cantante, e incluso la primera pregunta, y nos damos cuenta de que
todo ha sido una mera patraña, completamente absurda, hilvanada forzosamente
para conducirnos a la conclusión de la historia, lo único que importaba en toda
la película: el romance entre Jamal y Latika.
En suma: “Slumdog Millionaire” es una obra irregular. Bajo un excelente montaje, una fotografía muy trabajada y una ambientación
muy lograda se encierra una película con un desenlace desastroso, que destroza
sin compasión todo lo que hay antes de él. Es un largometraje insulso, hecho
para el público menos exigente. Una cinta que lo único que pretende es
emocionar gratuitamente (que "se nos caiga la lagrimita") sin importar que lo que
se nos está contando no tenga ni pies ni cabeza. Una triunfadora injusta.
by Chuparrocas
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