jueves, 30 de abril de 2015

2002: DIOS BENDIGA ILLINOIS

CHICAGO

Título original: Chicago
Año: 2002
País: EE.UU.
Duración: 108 min.
Fecha de estreno en España:7 de marzo de 2003
Director: Rob Marshall
Guión: Bill Condon, según el musical homónimo de Bob Fosse y Fred Ebb
Música: John Kander y Danny Elfman
Montaje: Martin Walsh
Fotografía: Dion Beebe
Productor: Martin Richards
Compañía: Miramax
Intérpretes: Renée Zellweger, Catherine Zeta-Jones, Richard Gere, Queen Latifah, John C. Reilly, Christine Baranski, Taye Diggs et al.

Ganadora de 6 Oscar: película, actriz secundaria, dirección artística, montaje, vestuario, sonido

Chicago. Años 20. Roxie Hart es una muchacha cuyo principal sueño es convertirse en una estrella de cabaret, como su ídolo Velma Kelly. Por esta razón, decide engañar a su marido con Fred Casely, un hombre que dice que tiene contactos que podrían llevarla al estrellato. Sin embargo, cuando Roxie descubre que todo esto no es más que una artimaña de Fred para llevársela a la cama, no se lo toma demasiado bien y decide asesinarle, por lo que es encarcelada y amenazada con ser condenada a muerte. Para salir del problema se ve obligada a recurrir a Billy Flynn, un famoso abogado experto en crímenes pasionales que nunca ha perdido un juicio.



Tras el estreno en 2001 de la inefable "Moulin Rouge" parecía que el musical se había puesto nuevamente de moda. Si bien la película de Luhrmann no alcanza la calidad suficiente (si es que tiene alguna) como para relanzar con seguridad el género, sí es cierto que su enorme éxito demostró que este no estaba tan acabado como muchos pensaban. Esto mismo creyó Rob Marshall, un joven director que debutó en la gran pantalla con una deslumbrante y divertidísima sátira sobre el espectáculo que originaba el crimen durante los felices años 20: "Chicago”.

Es cierto que aquel año hubo entre las nominadas cintas de muy alta calidad, como la desoladora "El pianista", la genial "Gangs of New York", o la segunda parte de la trilogía del Anillo. Pero ¿qué fue lo que hizo que terminase triunfando un musical 34 años después de "Oliver!"? Aparte de otros factores que se me escapan, fue su enorme éxito de taquilla y (¿por qué no?) su gran calidad los que hicieron a "Chicago" merecedora del Oscar a la mejor película. Y es que, aunque esta crítica pueda parecer parcial debido a mi amor por los musicales, ciertamente "Chicago" es una auténtica delicia.

El filme no tiene la estructura de obras como "Sonrisas y lágrimas", "Cantando bajo la lluvia" o "West Side Story", donde los números musicales tienen como marco el propio decorado de la película. Antes al contrario, “Chicago” sigue la estela de cintas como "Cabaret", con las canciones representadas sobre un escenario, delante de un público, lo que contribuye a darle al filme grandes dosis de realismo. Pero Marshall no se queda ahí y opta por hacer algo que nunca se le había ocurrido antes a nadie: como si de una voz en off se tratase, los números musicales de "Chicago" son utilizados para expresar los anhelos y pensamientos de los personajes, de tal forma que, si en otras películas del género podíamos prescindir perfectamente de las canciones -muchas veces metidas con calzador- aquí estas se revelan fundamentales para saber lo que pasa por la cabeza de cada personaje en cada momento.

Un sentido narrativo que también se puede apreciar en las coreografías y los decorados, ninguno de ellos dejados al azar. Así, en la canción Roxie, en la que la protagonista canta sobre sí misma, el escenario se llena de espejos que la reflejan a ella, pues es ella lo que realmente importa en ese momento. O en el genial tema We both reached for the gun (que tenéis en el vídeo de arriba), donde vemos a los periodistas y la propia Roxie como si fuesen títeres manejados por Billy Flynn, que es lo que realmente ocurre.

Otro atractivo que tienen los musicales, aparte de las canciones (que en el caso particular de "Chicago" son todas fabulosas, dicho sea de paso), es ver cantar y bailar estupendamente bien a un grupo de intérpretes de cuyas cualidades canoras dudábamos seriamente. En este caso, si ya de por si nos puede resultar sorprendente ver danzar a la despampanante Catherine Zeta-Jones (tengamos en cuenta que la ex-señora Douglas comenzó su carrera como cantante y bailarina), contemplar atónitos lo bien que se desenvuelve en el escenario el señor Richard Gere a sus casi sesenta años nos puede hacer entrar en un estado de shock. Sus dos únicos números musicales son, a mi juicio, los mejores temas de toda la película. Renée Zellweger, aun con sus ya típicos mohínes faciales, está espléndida. Por lo que respecta a los secundarios, Queen Latifa (no sé por qué) no me sorprende demasiado, y John C. Reilly está más que solvente en su único, curioso y elegante número musical.

Las partes intermedias entre canción y canción -lo que se puede considerar película en sí- no desentonan en absoluto con los números musicales, quedando ensartadas de forma tan eficaz y certera que apenas llaman la atención. Merecidísimo, por lo tanto, el Oscar al montaje.

De manera que, aunque pueda parecer un filme menor por tratarse de una comedia musical, "Chicago" tiene muchísimos aciertos que sirven para hacerla digna ganadora del Oscar a la mejor película del año 2002: unas canciones pegadizas, una escenografía impecable, unos actores en estado de gracia, un guion muy simpático y una fuerza y vitalidad impresionantes, elementos todos ellos que contribuyeron, esta vez sí, a que el musical volviera a nacer. No en vano, tras “Chicago” vinieron otros muchos filmes del género, como "Los productores", "Sweeney Todd" o la deliciosa "Mamma Mía", la única que se acerca a la sensación de disfrute de "Chicago", aunque sin la elegancia visual de la peli de Marshall. Ni siguiera el propio director, con su último trabajo, ha podido igualar la frescura de su primer filme. Y es que "Chicago" se puede considerar un verdadero milagro cinematográfico, pues logró llevarse el gato al agua en un momento en el que tenía todo en contra para hacerlo. Que Dios bendiga Illinois.


by Chuparrocas

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