PATTON
Título original: Patton
Año: 1970
País: EE.UU.
Duración: 164 min.
Director: Franklin J. Schaffner
Guión: Francis Ford Coppola y Edmund North, según los libros "Historia de un soldado", de Omar Bradley y "Patton: desafío y triunfo", de Ladislas Farago
Música: Jerry Goldsmith
Montaje: Hugh Fowler
Fotografía: Fred Koenekamp
Productor/es: Frank McCarthy
Compañía: 20th Century Fox
Intérpretes: George C. Scott, Karl Malden, Stephen Young, Michael Bates, Michael Strong, James Edwards, Frank Latimore et al.
Ganadora de 7 Oscar: película, director, guión adaptado, actor, montaje, dirección artística, sonido
La película narra la vida del general
estadounidense George S. Patton (concretamente sus hazañas en África durante la II Guerra Mundial), centrándose en su peculiar personalidad: por un lado, su gran sentido estratégico lo convirtió en uno de los militares más condecorados del ejército estadounidense; por otro, su carácter políticamente incorrecto y sus peculiares creencias (entre ellas, la reencarnación) pusieron en peligro seriamente su carrera militar.
En 1970 la sociedad estadounidense estaba demasiado
agitada: la guerra de Vietnam conocía su apogeo y miles de personas se lanzaban
a las calles todos los días enarbolando consignas pacifistas. No obstante,
y pese a que el clima social era el menos indicado, la Fox se lanzó a la
piscina y decidió estrenar un filme bélico. Y no uno cualquiera, sino uno con
la II Guerra Mundial como trasfondo. Por ello, conscientes de la poca
popularidad que dicho conflicto tenía entre la población (los estadounidenses querían
documentos sobre la guerra en la que luchaba y moría su generación, no la de
sus padres), los productores no tardaron en hacer hincapié en que el plato
fuerte de la cinta no sería su argumento sino su protagonista, un hombre tan
peculiar que gustaría tanto a los pro-guerra como a los antibelicistas. Y así fue:
"Patton", una de las mejores películas bélicas de la historia y uno
de los mejores filmes de todos los tiempos, fue un éxito rotundo, tanto de
crítica como de público, recaudando 28 millones de dólares durante el año de su
estreno.
Como bien dijo la Fox, gran parte de ese éxito se
debió al enorme carisma que desprende el protagonista, George S. Patton, un
tipo cuya doble personalidad lo convirtió en un auténtico ídolo de masas: violento,
seco e irrespetuoso por un lado; pero educado, comprensivo y leal por otro. Un
ejemplo de su peculiar forma de ser lo encontramos en el prólogo de la cinta (el vídeo que abre esta entrada),
una de las más famosas e impresionantes secuencias de la historia del cine: frente
a una inmensa bandera de los Estados Unidos que ocupa toda la pantalla vemos a
un hombre con casco de general; su cantidad ingente de medallas, sus canas y
su pistola de marfil nos indican que estamos ante un magnífico militar,
posiblemente uno de los mejores del ejército americano. Pero comienza a hablar
y todo cambia, pues la formalidad y respeto que imponía -y que sigue imponiendo
con su mirada y su pose- parecen desvanecerse ante sus mordaces comentarios,
sus impactantes sentencias y sus palabras malsonantes. En esa secuencia de la
famosa arenga de Patton –hecha con frases sacadas de discursos reales del
propio general- se nos describe claramente la peculiar personalidad del soldado:
profundamente militar pero, al mismo tiempo, políticamente incorrecta. Entonces
es cuando quedamos fascinados ante semejante figura, intentando comprender cómo
es posible que un friki como ese lograra ser la peor
pesadilla de uno de los mayores estrategas de la historia: Erwin Rommel, el
Zorro del Desierto.
Tras esta secuencia empieza la película y, por si no teníamos
suficiente, llegan los títulos de crédito y, con
ellos, su espectacular banda sonora, metiéndonos de lleno en lo que puede ser
una experiencia antológica. Y vaya si lo es, pues, dejando de lado el descomunal
trabajo de interpretación de George C. Scott, -posiblemente una de las mejores
interpretaciones de la historia del cine- "Patton" es un filme muy
cuidado en todos los aspectos. El guion, fruto del gran trabajo de Edmund North
y un jovencísimo Francis Ford Coppola, es una mezcla de documento histórico y desarrollo
de personajes. Por un lado se narran los acontecimientos que sucedieron desde
la derrota aliada en Kasserine hasta la llegada de Patton a Bastogne, pasando por la
particular guerra de egos que el general americano mantuvo contra Montgomery,
su homólogo británico, durante su paso por Sicilia. Estos episodios están
llenos de secuencias de acción, que supusieron un espectacular despliegue de medios
en el que colaboró el ejército español, pues la mayor parte del filme se rodó
en Sevilla y Madrid, y las estepas nevadas de Segovia se convirtieron en una
improvisada Bélgica para recrear el avance de Patton hacia las Ardenas.
Pero por otro lado, el relato se centra en la
personalidad del propio general, siendo este -como he dicho en párrafos anteriores- el mayor atractivo de la cinta. En
estas partes, absolutamente todo recae sobre Scott, en un trabajo de
interpretación de quitarse el sombrero. Así, la película está plagada de
escenas memorables, como aquella en la que Patton recita un poema sobre la
reencarnación escrito por él mismo, la visita que realiza al hospital de
campaña, el discurso de disculpa, la charla que da a las mujeres de Inglaterra,
la cena donde asegura haber sido coetáneo de Napoleón o las continuas alusiones
a acontecimientos de la historia antigua en los que se basa para realizar sus operaciones
(de hecho, decide tomar Sicilia porque Alcibíades, en la guerra del Peloponeso,
dijo que era fundamental para conquistar Italia). Esta complicada interpretación, en
la que Scott tenía que lograr que un hombre bastante excéntrico pareciera a su
vez temido, noble y respetable, le valió un merecidísimo Oscar, (el cual, por cierto, rechazó por considerar estos premios una burda competición entre compañeros).
A parte del gran guion, la estupenda banda sonora y las interpretaciones -tanto
de Scott como del resto de actores-, en “Patton” encontramos también una
espectacular fotografía, unas batallas muy intensas y un gran montaje, que hacen que las las dos horas y tres cuartos de metraje pasen en un suspiro. En suma: una de las mejores
películas de todos los tiempos y el retrato de un peculiar personaje ante el
cual no podrás evitar sentir fascinación. Obra maestra de obligada visión.
by Chuparrocas
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