Título original: Out of Africa
Año: 1985
País: EE.UU.
Duración: 154 min.
Fecha de estreno en España: 21 de febrero de 1986
Director: Sydney Pollack
Guión: Kurt Luedtke, según los libros de Isak Dinesen
Música: John Barry
Montaje: Pembroke Herring, Sheldon Kahn y Fredrick y William Steinkamp
Fotografía: David Watkin
Productor: Sydney Pollack
Compañía: Universal Pictures/Mirage Ent.
Intérpretes: Robert Redford, Meryl Streep, Klaus Maria Brandauer, Michael Kitchen, Michael Gough et al.
Ganadora de 7 Oscar: película, director, guión adaptado, música, fotografía, dirección artística, sonido
Karen es una joven aristócrata danesa que, por asuntos
económicos, debe casarse con su primo, el barón Bror von Blixen. Tras su
matrimonio, se marcha a Kenia, país en el que su marido tiene una granja.
Allí, la baronesa deberá adaptarse a la vida salvaje y a la soledad, ya que su
esposo pasa largas temporadas de safari. Durante esos días es visitada con
frecuencia por dos amigos del barón: Berkeley Cole y Denys Finch Hutton, que le
ayudan a entretenerse. Pero es Denys, un apuesto cazador de espíritu libre, el
que causa fascinación a Karen, pues le proporciona el cariño y la compañía que
no le da su ausente marido.
La sombra de "Lo que el viento se llevó" es alargada. No
en vano, se trata de una de las mejores y más importantes películas de la
historia, así como una de las más famosas y -teniendo en cuenta la devaluación
que ha sufrido el dólar durante los últimos 70 años- la más rentable de todas.
Tan es así que, desde su estreno, allá por el año 1939, han sido numerosos los
largometrajes románticos que han intentado seguir su estela, aunque, en la
mayoría de los casos, con resultados decepcionantes (el ejemplo más reciente lo
encontramos en esa preciosa tontería titulada "Australia"). De todos
ellos, el que más se le puede asemejar es "Memorias de África", un
filme argumental, estética, y estructuralmente idéntico a la cinta dirigida por Fleming. De hecho, a lo largo de esta crítica se van a hacer evidentes los
paralelismos existentes entre ambas.
Así, de buenas a primeras, podemos decir que "Memorias de África" se divide en dos partes: una en la que pasan cosas y otra en la que no pasa
nada. La primera mitad está llena de intensidad y tiene gran interés, pues en
ella se nos presenta a los personajes y se desarrolla la historia, todo ello
aderezado con una partitura mítica -de esas que entran en el programa de todos
los conciertos de música de cine- y una fotografía impresionante. Es justamente
en este apartado en el que más se asemeja a la anteriormente mencionada
"Australia", una cinta donde la belleza de las imágenes era debida,
en la mayoría de los casos, más a la espectacularidad del paisaje que a la labor del operario de cámara.
El problema llega cuando entramos en la segunda parte de la cinta,
donde ocurre precisamente lo contrario a "Lo que el viento se llevó".
Si la segunda mitad del largometraje de Fleming tenía la función de desarrollar
y concluir la historia -se perdía la fuerza visual de la primera
parte, pero el interés no decaía- en el caso de "Memorias de África"
sucede justamente lo contrario: la historia ya se ha desarrollado a lo largo de
la primera parte. El resto del metraje -salvo los minutos finales, dedicados a la conclusión- no es más que el desarrollo del romance de Karen y Denys. Durante ese
tiempo -una hora larga e inútil- el relato se estanca, no avanza, no ocurre
absolutamente nada interesante más que una sucesión de escenas en las que se
nos repite hasta la saciedad lo mucho que se quieren ambos. La película, pues,
pasa de tener momentos muy interesantes y de gran cine (algunos encuadres de
Pollack me recordaban al mejor Scorsese) a ser un espectáculo cursi y
aburrido que únicamente servirá para hacer las delicias de nuestras madres al ver lo guapo que era
Robert Redford de joven. Esta historia de amor alcanza su cúspide en la famosa
secuencia del avión, la cual, pese a estar muy bien rodada y presentar imágenes
realmente atractivas (casi hipnóticas), ha pasado a ser el máximo exponente del pastelosismo cinematográfico mundial. La tenéis en el vídeo de arriba.
Así que lo que podía haber sido una digna sucesora de "Lo que
el viento se llevó" se convierte, con el paso del tiempo, en una ñoñería
romanticona que tira por tierra toda la calidad atesorada en los primeros minutos. No
es que sea una auténtica tomadura de pelo, pero no dudo en que forma parte de
los grandes pufos de las historia de los Óscars.
by Chuparrocas
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