Título original: Lawrence of Arabia
Año: 1962
País: Gran Bretaña
Duración: 218 min.
Fecha de estreno en España:1 de octubre de 1963
Director: David Lean
Guión: Robert Bolt y Michael Wilson, según la autobiografía de T. E. Lowrence "Los siete pilares de la sabiduría"
Música: Maurice Jarre
Montaje: Anne V. Coates
Fotografía: Fred A. Young
Productor/es: Sam Spiegel
Compañía: Columbia Pictures/Horizon Pictures
Intérpretes: Peter O'Toole, Anthony Quinn, Alec Guinness, Jack Hawkins, Omar Sharif, Claude Rains, Arthur Kennedy et al.
Ganadora de 7 Oscar: película, director, fotografía, montaje, música, dirección artística, sonido.
La película relata la vida de
T. E. Lawrence, excéntrico militar del ejército británico durante la Gran
Guerra que fue enviado a Arabia para acordar una alianza con el príncipe
Feishal y poder así derrotar a los turcos. Tal fascinación produce en él el
desierto que acaba transformándose en un beduino, siendo considerado por los
árabes prácticamente como un auténtico dios.
Entre los cinéfilos del mundo
siempre se han librado dos encarnizadas batallas. Una es la que enfrenta a los
partidarios del doblaje con los partidarios de las versiones originales. La
otra viene motivada por la siguiente pregunta: ¿debe ser el cine una forma de expresión
artística o simplemente un mero entretenimiento de masas? Los de un bando
sostienen que el cine es, por encima de todo, un arte, y por ello tiene que
buscar la belleza formal, sin tener en cuenta en modo alguno las opiniones o
sensaciones que dicha obra pueda despertar entre la audiencia. Los de la otra
parte, por el contrario, consideramos que para que un espectador tenga en
cuenta la calidad artística de una película es necesario, antes que nada, que
dicha película le atraiga, de una u otra manera. Hablando en plata: si una
persona se aburre viendo una película, lo más probable es que apague la televisión
y se vaya a dar un paseo. Es decir, a la hora de abordar el rodaje de un filme, lo
que se debe buscar sobre todo es captar (primero) y mantener (después) la atención del espectador. Lógicamente, un cineasta, como creador que es, no debe conformarse tan solo con realizar una obra entretenida, sin más; pero tampoco puede dar pie al aburrimiento, pues la misión de todo producto es la de generar beneficios, y eso, en el caso particular del cine, solo se logra haciendo que la gente pague el precio de una entrada o compre el DVD correspondiente. Todo esto lo saco a relucir porque, a pesar de que "Lawrence de Arabia" es considerada por unanimidad como una de las mejores películas de todos los tiempos
(algo que no pongo en duda), ha producido en mí tal indiferencia emocional que
lo que creía que iba a ser una experiencia única se ha convertido en un
verdadero suplicio.
No sé si será porque la vi por
la tarde (aunque "Ben-Hur" también la vi en esa hora) o por algún otro
factor seguramente subjetivo, pero el caso es que me aburrí como una ostra
viendo “Lawrence de Arabia”. La película es descaradamente lenta (algo
muy habitual en los largometrajes británicos pero de todo punto inaceptable en una
superproducción mastodóntica de casi 4 horas de duración), hasta el punto de que ni siquiera hay acción en las secuencias en las que debería haberla:
las dos grandes batallas del filme, las conquistas de Aqaba y Damasco, quedan
resueltas con sendas elipsis: en el primer caso tan solo tenemos un espectacular
movimiento de cámara, y en el segundo simplemente se nos dice que los árabes llegaron
antes que los ingleses. Punto. La escasa acción se concentra en la parte final
del metraje, justo en las secuencias de la voladura de los trenes (me resultafamiliar en David Lean) y la matanza del grupo de turcos cuando van hacia Damasco,
con un Lawrence absolutamente desatado en lo que supone una lección magistral de interpretación
por parte del señor O'Toole.
Y es que, a pesar de desarrollarse a paso de tortuga, "Lawrence de Arabia" tiene cosas muy buenas.
Mientras esperaba estoicamente a que ocurriese algo, tuve la oportunidad de reparar
en otros aspectos de la película, y he de confesar que realmente son excelentes.
La preciosa fotografía de Fred A. Young, junto con la grandísima partitura de
Maurice Jarre, nos trasladan literalmente al desierto (lástima que no se pueda
disfrutar en todo su esplendor en pantalla pequeña). El montaje, pese a estar lleno de interminables planos fijos, es soberbio en lo que respecta
a las elipsis y los enlaces de las escenas. La ambientación y la dirección
artística también son fabulosas, así como las interpretaciones de un reparto repleto
de estrellas del calibre de Omar Sharif, Anthony Quinn, Sir Alec Guinness o un jovencísimo
Peter O'Toole, que ofrece aquí lo que posiblemente sea la mejor actuación de su
dilatada carrera.
Pero pese a todo, como ya he
comentado, la película ni me ha emocionado, ni me ha sobrecogido, ni me ha
estremecido. Antes al contrario: la que parece ser una de las mejores películas
de la historia (la número 42 en el top 250 de IMDB) me ha aburrido soberanamente.
Vale, voy en contra de lo que opina el 99% de los expertos. Pero, como dice el
propio T. E. Lawrence, nada está escrito.
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By Chuparrocas
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