miércoles, 23 de abril de 2014

1938: NO PUEDES LLEVÁRTELO CONTIGO

VIVE COMO QUIERAS

Título original: You can't take it with you
Año: 1938
País: EE.UU.
Duración: 121 min.
Director: Frank Capra
Guión: Robert Riskin, según la obra homónima de Geroge S. Kauffman y Moss Hart
Música: Dimitri Tiomkin
Montaje: Gene Havlick
Fotografía: Joseph Walker
Productor/es: Frank Capra
Compañía: Columbia Pictures
Intérpretes: James Stewart, Jean Arthur, Lionel Barrymore, Edward Arnold, Mischa Auer, Ann Miller, Spring Byington et al.

Ganadora de 2 Oscar: película, director


Anthony P. Kirby es un magnate de la construcción que necesita derribar todos los edificios de un vecindario para poder construir un gran bloque de viviendas. Pero, para su desesperación, la casa de los Sycamore se opone a ello. Y es que los Sycamore no son una familia cualquiera, pues el patriarca -el abuelo Vanderhoff- tiene un curioso lema: vive como quieras. Así, todos en esa casa actúan de la forma que más les gusta: la hija mayor baila todo el día; la madre escribe novelas; el padre, junto con unos amigos, fabrica fuegos artíficiales en el sótano... De todos ellos, la hija menor, Alice, es la menos extravagante, y trabaja como secretaria de un prometedor joven: Tony Kirby, el hijo de Anthony P. Kirby. Por eso, cuando Tony y Alice se enamoran, todo se complica para la familia Sycamore.

No sé por qué pero todas las películas de Frank Capra siempre tienen como trasfondo el dinero. En ellas siempre encontramos a personajes acaudalados que, por unas u otras circunstancias, terminan aprendiendo a vivir humildemente. "Vive como quieras" no es la excepción, solo que, como ocurre con todos los trabajos de Capra, muestra una realidad tan sumamente idílica que al final se torna desilusionante.

No me malinterpretéis. "Vive como quieras" es un filme excepcional: sin hacer gala de una gran complejidad técnica ni poseer un argumento demasiado intrincado, su fenomenal reparto y una historia entrañable logran hacer de ella una cinta tan divertida como emotiva y reflexiva. De entre todos los actores, el que más destaca es Lionel Barrymore, sensacional en el papel del abuelo Vanderhoff. Aunque mi personaje preferido es el señor Poppins, interpretado por Donald Meek: un banquero cuya afición es "hacer cosas".

Como ocurrió con "Sucedió una noche", no tengo demasiado que decir de esta película. Más que nada porque se trata de una cinta destinada única y exclusivamente a conmover al espectador, sin ningún tipo de pretensiones técnicas o argumentales. No obstante, y como he mencionado más arriba, debo decir que "Vive como quieras" me ha resultado bastante deprimente, como me sucede cada vez que veo una película de Frank Capra. Es curioso que ocurra esto, toda vez que las cintas del director italo-estadounidense desprenden optimismo por los cuatro costados, pero es así. Quizá se deba a que en ellas todo es tan jodidamente maravilloso que, al volver a la realidad, uno se entristece de que lo que acaba de ver sea tan solo ficción. Y es que a un banquero nunca podría ocurrirle lo que le ocurre al señor Kirby, y tampoco es posible vivir de la forma en que lo hacen los Sycamore: sin ningún tipo de normas o pautas sociales de convivencia. Las películas de Capra no son más que fábulas, cuentos con un mensaje moral muy importante, pero cuando terminan y uno enciende la tele y ve las noticias, no puede hacer otra cosa más que entristecerse.

Para cerrar esta entrada, una curiosidad muy curioseada que ocurrió en la ceremonia de los Oscar de ese año. Spencer Tracy ganó el premio al mejor actor por "Forja de hombres", en la que interpretaba al padre Falagan, fundador de la Ciudad de los Muchachos. Resulta que el encargado de poner los nombres en las placas de las estatuillas era un jodido friki debió de leer muchos cómics, porque en ella escribió "Dick Tracy" en vez de "Spencer Tracy". Pese a que el actor la devolvió para que la modificaran, alguien lo entendió mal y creyó que lo que quería era poner en la placa el nombre del padre Falagan y entregarle la estatuilla a la Ciudad de los Muchachos. No sé a quién se le ocurrió eso, pero era un maldito genio, porque al final tuvieron que hacer dos estatuillas: una para el actor (con su nombre verdadero en la placa) y otra para la Ciudad, pues ya se habían hecho ilusiones.

Pinchando en la foto que acompaña la entrada, podréis acceder a la película completa en su vesión original.

by Chuparrocas

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